martes, 26 de abril de 2011

POLITICOS vs EMPLEADOS





"Lo importante no es escuchar lo que se dice, sino averiguar lo que se piensa" (Donoso Cortes)

Ayer mi amigo Enrique Tarragó (sino fuera por el contador de visitas y la procedencia de las mismas de esté blog pensaría que es el único que me lee) hablaba del síndrome de fatiga crónica en su interesante rincón personal que a buen seguro ya conocéis los que estáis al otro lado (http://etarrago.blogspot.com/). Sin animo de frivolizar sobre este extremo no quisiera con mis artículos llegar a producir en vosotros algo parecido, si me lo notaís,os ruego hacérmelo ver y saber. Una vez dado el "revoloteo" pertinente, hoy tengo la intención de hablar muy por encima sobre una cuestión que a buen seguro alguna vez habréis pensado y que es la que sigue. Me pregunto que es lo que impide que dentro de las organizaciones políticas no se den las circunstancias para que entre los militantes que más tarde serán los que compongan las listas a las diferentes contiendas electorales no se imponen unas "reglas" similares a las empresas para elegir los que serán encargados para desempeñar diferentes puestos de trabajo, en este caso, pongamos por ejemplo un directivo de cualquier empresa por hacer un paralelismo. Los expertos en selección de personal de cualquier consultora del ramo que se precie saben que es crucial a la hora de seleccionar a cualquier colaborador la descripción del perfil del candidato, esto es, que encaje en la cultura de la compañía y sea el profesional óptimo para ella en términos relativos (no absolutos). En estos procesos se debe definir la formación, la experiencia, la inteligencia emocional y las preferencias que requiere un puesto de trabajo, es decir, desmontando el perfil profesional y después volviéndolo a montar para hacer el retrato robot del profesional ideal. Lo medios para alcanzar estos objetivos en muchos casos son largos y duros, se utilizan ( se debían utilizar siempre y además dirigidas por expertos) herramientas psicotécnicas junto a entrevistas en profundidad por poner un ejemplo, el objetivo no es otro que acertar para que los beneficios futuros superen a los costes. Si comparamos igualmente los criterios utilizados para promocionar a un político frente a lo que se utilizan para promocionar a un directivo, volvemos a encontrar diferencias muy significativas. Veamos. en la política siempre se utiliza el olfato del que manda o dirige o de los que les asesoran, se confunde fidelidad con eficacia con los resultados muchas veces, desastrosos. En la empresa sin embargo, lo normal seria que antes de promocionar al que aspira a conseguir un ascenso en su carrera se analicen seriamente sus capacidades directivas a través de otro tipo de pruebas que aseguren en una alta proporción el éxito en la elección. Bajo mi punto de vista estas cuestiones no las definiria como una opción a elegir por estos, sino más bien como una obligación a cumplir por las organizaciones políticas. No necesito que me recordeís estas ultimas funcionan con un ritmos diferente a la empresas, pero es que ya sabéis que soy muy dado a soñar. Bueno, seguimos marcando objetivos de cara al futuro en nuestro mapa de ilusiones. Ya vorem!

2 comentarios:

  1. Me apunto al contenido y suscribo 100% tu artículo. ¿Criterios de eficacia?, eso me suena, pero en política ese extremo no es que no exista es que se confunde. Se acostumbran tanto a mentir y a justificar sus fracasos que ya les pasa como a los economistas cuya definición mas sentida es la de mi amigo JoseLu, el de Iberdrola Inmobiliaria, que los define como a individuos que mañana justifican las desviaciones de lo que hoy han pronosticado.
    Fidelidad y eficcia, esa extraña confusión, ¿verdad?

    ResponderEliminar
  2. Seguiremos dando y dando vueltas a nuestros sueños amigo.Un abrazo

    ResponderEliminar