martes, 2 de agosto de 2016

DE LO QUE FUIMOS Y NOS NEGAMOS A SER

“(…) Cuando se reúnen unos cuantos españoles sensibilizados pr la miseria ideal de su pasado, la sordidez de su presente y la acre hostilidad de su porvenir, desciende entre ellos Don Quijote, y el calor fundente de su fisonomía  disparatada compagina aquellos orazones dispersos, los ensarta como en un hilo espiritual, los nacionaliza, poniendo tras sus amarguras personales un comunal dolor étnico. (Ortega y Gasset)
Lo que ocurre en este país cada vez se entiende menos. De nuevo estamos metidos de lleno en una de esas que históricamente hace que nos estemos tirando de los pelos unos a otros cuando queramos o no y a pesar de las dificultades vivimos el periodo histórico más fructífero y feliz de nuestra historia. De nuevo repito, sumidos y afectados por una  crisis moral, política y social, no abandonamos de ninguna de las maneras ese sentimiento que hace en España se niegue todo lo bueno que tenemos, que no es poco, y se haga notar hasta un extremo inverosímil lo malo. Vascos y catalanes intentando estirar la goma desde dos extremos, partidos antisistema con una presencia inimaginable hace cuatro dias, partidos como el PSOE que han perdido el rumbo y su noción de Estado, un PP algo acomplejado y permitiendo que sean moralmente superiores a el cuando no lo son, en definitiva una multicrisis que no sabemos bien como acabará. Sin embargo hubo un tiempo en que esto no fue así, hubieron periodos históricos en que nos creíamos ser los mejores, en los que teníamos unas dosis de autoestima inaccesibles para otros. Desgraciadamente el creerse sobrados nos llevo a una sobredosis de está autoestima que se concreto en el nacimiento de ese complejo de inferioridad antes señalado a lomos de un siglo XIX para olvidar, donde Fernando VII, un enemigo más que un Rey,  mal rigió una nación totalmente asolada por la guerra contra el enemigo francés, guerras carlistas, numerosos pronunciamientos, el esperpento cantonalista de la I República, todo culminado en el 1898 donde eso que ahora intenta rematarnos llamado nacionalismo y rupturismo asomaba la cabeza.
Puede parecer de locos que esto ocurra en una nación con historia milenaria, y donde se habla un idioma que en el mundo lo hablan millones de seres humanos (el segundo después del inglés), sin embargo llegamos incluso a avergonzarnos  de llamarnos españoles, o de nuestra bandera, o de su himno, tamizado todo en conjunto con ese maldito sentimiento de inferioridad que es acompañado  por nuestras ínfulas y coronado por nuestro rasgo más identitario,  véase la envidia. Envidia germen de los grandes males que actualmente nos afectan, ya que está hace que  normalmente se deje de lado a los mejores y se aúpe a los mediocres o incluso los peores. La política actual define claramente el perfil de españolito medio que intento retratar. No hace falta poner ejemplos, ahora mismo estamos a las puertas de unas terceras elecciones generales si quien debe dejar gobernar al que a ganado no lo hace e intenta pactar con aquellos que quieren romper con todo. Solo podremos acabar con este sentimiento trágico de lo español y de nuestro devenir que es guiado por esa envidia, enfrentándonos a esta lacra llamada singularmente nacionalismo, de lo contrario esta cuesta abajo que ahora comienza puede depararnos situaciones lamentables para nosotros y  para nuestros hijos en un futuro no muy lejano.

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