viernes, 27 de abril de 2012

PEPITO MARIN


"Haced el bien a cuentos más podáis, y os sucederá frecuentemente hallaros con caras que os infundan alegría".(A. Manzzoni)



Pepito Marin no era una personalidad relevante al uso, era una persona corriente, tan corriente que se ha ido casi como llego. El era un residente del Hogar Provincial, heredera esta Institución  de la Antigua Beneficencia situada en antaño en Campoamor, y dependiente de la Diputación de Alicante. Este personaje estaba en la misma desde que era niño, donde fue abandonado por su "progenitora" para transformarse en una parte más de la misma, que  con el paso de los años le convirtió en un personaje, aunque anónimo para la mayoría, en alguien omnipresente para todo aquel que visitaba el centro. Era habitual verlo delante de la puerta dirigiendo el tráfico (pito en boca) de los vehículos que allí accedían, con el beneplácito, claro está,  de los vigilantes de seguridad, que en más de una ocasión eran apercibidos por algún visitante por haber sido enviados a algún lugar insospechado del centro por  "capricho" de la mente de Pepito, que como un Quijote urbano tenia delirios de policía local. Este junto a otros personajes como Paco Villena (desaparecido poco antes que el), Bernardet (desaparecido hace algunos años), y Kiki (aún vivo) son algunos de los personajes, como digo, que desde tiempos del antiguo Hogar alegraban las jornadas a propios y extraños con su peculiar forma de ser y estar. Ayer me entere de que Pepito tristemente había fallecido hacia una semana. He de confesar que me dio mucha pena saber que Pepito se había ido en silencio, con el mismo silencio, sigilo y anomimato con el que paso por este mundo. Cuando mi padre trabajaba en el centro me llevaba siendo niño con el en algunas ocasiones, y es cuando pude conocer a todos ellos, incluido el bueno de Pepito. Tiempo después cuando he tenido que visitar el centro por motivos de trabajo, el siempre se acordaba de mi y de mi padre ya jubilado. Era frecuente que  le dijera a este que me había dado recuerdos para el su tío, que según el día podía ser Alcalde, Gobernador, General o lo que se me ocurriese a mi o a cualquier empleado, porque Pepito siempre lo iba a encajar de buena gana contestando a ello, si iban a ir a visitarlo pronto. También era frecuente que diera recuerdos para una sobrina inexistente igualmente, o que le pusiera algún compañero el teléfono al oído para mantener  una conferencia telefónica imaginaria con alguno de estos supuestos parientes, de igual modo. Inventado era hasta el propio nombre del tal Pepito, ya que nunca he sabido si realmente se llamaba José Marin. En todo caso, deseo que por ahí arriba Pepito pueda estar dirigiendo el tráfico por esas calles que a buen seguro están más tranquilas que las nuestras. Descansa en paz Pepito, tu tío y tu sobrina seguro que te visitarán algún día y podrás disfrutar de su compañia eternamente. Hasta siempre.

2 comentarios:

  1. Esas vivencias, con sus recuerdos, nos hacen mejores, mas felices y mas humanos, amigo argy.
    Esos anónimos amigos, nos traen recuerdos imborrables. Pepito Marin y otros muchos, sin duda, nunca morirán gracias a ti.

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  2. Gracias amigo...........asi es, y "que asi se escriba".

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