"El cultivo de la memoria es tan necesario como el alimento para el cuerpo".(Cicerón)
De casualidad he encontrado está carta publicada en su dia por el genial Perez-Reverte, y que seguro muchos conoceís. A este señor lo veo, casi como un alma gemela en su partaleo diario frente a tanta injusticia con la que somos castigados por parte de quienes debian impartir todo lo contrario. Aqui la dejo para los que no la conozcaís, ya que creo que a pesar de llevar algo más de dos años publicada, está más vigente que nunca. A ser felices ya sabeís.
LOS DIPUTADOS
"Paso a menudo por la carrera de San Jerónimo,
caminando por la acera opuesta a las Cortes, y a veces coincido con la salida de
los diputados del Congreso.Hay coches oficiales con sus
conductores y escoltas, periodistas dando los últimos canutazos junto a la
verja, y un tropel de individuos de ambos sexos, encorbatados ellos y
peripuestas ellas, saliendo del recinto con los aires que pueden ustedes
imaginar.No identifico a casi ninguno, y
apenas veo los telediarios; pero al pájaro se le conoce por la cagada. Van
pavoneándose graves, importantes, seguros de su papel en los destinos de España,
camino del coche o del restaurante donde seguirán trazando líneas maestras de la
política nacional y periférica. No pocos salen arrogantes y sobrados
como estrellas de la tele, con trajes a medida, zapatos caros y maneras
afectadas de nuevos ricos.Oportunistas advenedizos que cada
mañana se miran al espejo para comprobar que están despiertos y celebrar su
buena suerte. Diputados, nada menos. Sin tener, algunos, el bachillerato. Ni
haber trabajado en su vida. Desconociendo lo que es madrugar
para fichar a las nueve de la mañana, o buscar curro fuera de la protección del
partido político al que se afiliaron sabiamente desde jovencitos. Sin miedo a la
cola del paro. Sin escrúpulos y sin vergüenza. Y en cada ocasión, cuando me cruzo
con ese desfile insultante, con ese espectáculo de prepotencia absurda,
experimento un intenso desagrado; un malestar íntimo, hecho de indignación y
desprecio. No es un acto reflexivo, como digo. Sólo visceral. Desprovisto de
razón. Un estallido de cólera interior. Las
ganas de acercarme a cualquiera de ellos y ciscarme en su puta madre. Sé
que esto es excesivo. Que siempre hay justos en Sodoma. Gente honrada. Políticos
decentes cuya existencia es necesaria. No digo que no. Pero hablo hoy de
sentimientos, no de razones. De impulsos. Yo no elijo cómo me siento. Cómo me
salta el automático. Algo debe de ocurrir, sin embargo, cuando a un ciudadano de
57 años y en uso correcto de sus facultades mentales, con la vida resuelta,
cultura adecuada, inteligencia media y conocimiento amplio y razonable del
mundo, se le sube la pólvora al campanario mientras asiste al desfile de los
diputados españoles saliendo de las Cortes. Cuando la náusea y la cólera son tan
intensas. Eso me preocupa, por supuesto. Sigo caminando carrera de San Jerónimo
abajo, y me pregunto qué está pasando. Hasta qué punto los años, la vida
que llevé en otro tiempo, los libros que he leído, el panorama actual, me hacen
ver las cosas de modo tan siniestro. Tan agresivo y pesimista. Por qué creo ver
sólo gentuza cuando los miro, pese a saber que entre ellos hay gente
perfectamente honorable. Por qué, de admirar y respetar a
quienes ocuparon esos mismos escaños hace veinte o treinta años, he pasado a
despreciar de este modo a sus mediocres reyezuelos sucesores. Por qué unas cuantas docenas de
analfabetos irresponsables y pagados de sí mismos, sin distinción de partido ni
ideología, pueden amargarme en un instante, de este modo, la tarde, el día, el
país y la vida. Quizá porque los conozco, concluyo. No uno por uno,
claro, sino a la tropa. La casta general. Los he visto durante años, aquí y
afuera. Estuve en los bosques de cruces de
madera, en los callejones sin salida a donde llevan sus irresponsabilidades, sus
corruptelas, sus ambiciones. Su incultura atroz y su falta de
escrúpulos. Conozco las consecuencias. Y sé cómo
lo hacen ahora, adaptándose a su tiempo y su momento. Lo sabe cualquiera que se
fije. Que lea y mire. Algún día, si tengo la cabeza lo
bastante fría, les detallaré a ustedes cómo se lo montan. Cómo y dónde comen y a
costa de quién. Cómo se reparten las dietas, los privilegios y los coches
oficiales. Cómo organizan entre ellos, en comisiones y visitas institucionales
que a nadie importan una mierda, descarados e inútiles viajes turísticos que
pagan los contribuyentes. Cómo se han trajinado –ahí no hay
discrepancias ideológicas– el privilegio de cobrar la máxima pensión pública de
jubilación tras sólo 7 años en el escaño, frente a los 35 de trabajo honrado que
necesita un ciudadano común. Cómo quienes llegan a ministros
tendrán, al jubilarse, sólidas pensiones compatibles con cualquier trabajo
público o privado, pensiones vitalicias cuando lleguen a la edad de jubilación
forzosa, e indemnizaciones mensuales del 100% de su salario al cesar en el
cargo, cobradas completas y sin hacer cola en ventanillas, desde el primer
día. De cualquier modo, por hoy es suficiente. Y se acaba la página.
Tenía ganas de echar la pota, eso es todo. De desahogarme dándole a la tecla, y
es lo que he hecho. Otro día seré más coherente. Más razonable y
objetivo. Quizás. Ahora, por lo menos,
mientras camino por la carrera de San Jerónimo, algunos sabrán lo que tengo en
la cabeza cuando me cruzo con ellos."
Escribe como un látigo y matiza como un lápiz carbón. Buena elección, Antonio.
ResponderEliminarYa lo creo Enric......Buena descripción!
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